Para enfrentar este desafío, es fundamental implementar una infraestructura adecuada que permita gestionar eficientemente los recursos hídricos y asegurar un abastecimiento sostenible para el futuro.
La sequía es uno de los problemas más complejos que está viviendo Chile, afectando a distintas regiones del país y poniendo en riesgo el suministro de agua para la población, la agricultura y la industria.
El «Informe País: Estado del Medio Ambiente en Chile 2022» ha alertado sobre la escasez hídrica, advirtiendo que la crisis del agua se asemeja a la realidad que ya viven otros países, como Uruguay, cuyo problema de abastecimiento se debe no solo a factores climáticos, sino también a la falta de respuestas para contrarrestar la escasez.
La actual crisis hídrica no es un problema aislado, sino una situación que se ha extendido a lo largo del país, aunque con distintas intensidades según las regiones. Expertos y especialistas han señalado que la escasez de agua para el consumo humano es una realidad alarmante en lugares como Petorca y Copiapó, donde la población ha tenido que enfrentar situaciones críticas para obtener agua potable.
Actualmente hay 101 comunas con decretos de escasez hídrica, lo que indica que el problema afecta a gran parte de la población. Entre las áreas más afectadas se encuentran las regiones de Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y Ñuble, así como las ciudades de La Serena/Coquimbo y Valparaíso/Viña del Mar.
Infraestructura Resiliente para una Gestión Eficiente del Agua
Ante la crisis hídrica que enfrenta Chile, la implementación de una infraestructura resiliente se vuelve esencial para garantizar un manejo eficiente y sostenible de los recursos hídricos. Ésta deberá abordar no solo la disponibilidad de agua, sino también la distribución equitativa, el tratamiento y reutilización de aguas residuales, y el desarrollo de soluciones innovadoras para enfrentar los desafíos del cambio climático.
Un ejemplo exitoso que ha tomado fuerza en los últimos años es el caso de las plantas desaladoras, las cuales han proliferado en el norte de la mano de la industria minera, la cual ha logrado reducir considerablemente el uso de agua continental para sus operaciones.
Sin embargo, aunque las desaladoras son una solución importante para abordar el déficit hídrico, no son la única respuesta. Es necesario combinar diferentes medidas, como reducir el consumo doméstico e industrial, disminuir pérdidas en la red de distribución, mejorar los sistemas de regadío y reusar aguas grises y tratadas.
El Camino Hacia una Regulación Clara
Para avanzar hacia una gestión eficiente del agua en Chile, es fundamental establecer una regulación clara y sólida en materia de infraestructura. El proceso de obtención de permisos para construir plantas desaladoras u otro tipo de solución ha sido una de las principales barreras para su implementación rápida y efectiva. Reducir los tiempos de tramitación y brindar seguridad jurídica a los proyectos que cuentan con los permisos respectivos es crucial para acelerar la expansión de la infraestructura hídrica en el país.
Además, es importante implementar un enfoque holístico que considere diversas soluciones para enfrentar la crisis hídrica. Esto incluye el fomento del uso responsable del agua en todos los sectores, la mejora en la distribución y manejo de recursos hídricos, la reutilización de aguas tratadas y el desarrollo de tecnologías innovadoras para la conservación y optimización de este recurso vital.